9  Hábitos tóxicos que debes eliminar de tu vida

hábitos tóxicos
Estos hábitos tóxicos puedes estar arruinando más que tu salud, sino también te pueden quitar paz mental y felicidad, evítalos.

Cada cabeza es un mundo, y cada persona asume hábitos y rutinas distintas. Sin embargo, no todo vale y hay que apuntar al hecho de que lo que se ha aprendido e interiorizado, se puede desaprender. Esto es algo muy importante, porque hay hábitos tóxicos que pueden interiorizarse y que bien se haría en identificar.

Hábitos tóxicos los hay de distintos tipos, y pueden estar arraigados por falta de educación, información errada, un trauma emocional, entre muchas otras causas.

Estos son algunos hábitos tóxicos que deberías desaprender.

No desayunar

El desayuno es la primera comida con la que se arranca el día con la que se rompe el ayuno que se produce tras horas de sueño (idealmente ocho). Esta combinación de situaciones —arranque del día y estado de ayuno— hace fundamental esta comida. Aunque hoy en día se hable de los beneficios del ayuno intermitente, hay que recordar que debe ser eso: intermitente.

La Secretaría de Salud del Gobierno de México nos recuerda la importancia de esta comida: “el desayuno es considerada la comida más importante del día porque los alimentos que se ingieren son los primeros después de un largo período de ayuno derivado de las horas en las que se está dormido; el desayuno además precede las horas del día en que se lleva a cabo mayor actividad y, por lo tanto, mayor gasto de energía”. Se recomienda que el desayuno se produzca una hora tras despertar, y que contenga una amplia aportación de carbohidratos, proteínas, vitaminas y minerales. Es decir: pan y cereales, algún tipo de proteína, frutas y lácteos.

Falta de ejercicio

El ejercicio físico está demostrado que es necesario para tener una buena salud. El exceso de sedentarismo es, sin duda, un hábito tóxico. De acuerdo a la Mayo Clinic, además de prevenir enfermedades y controlar el peso, el ejercicio físico ayuda a mejorar el estado de ánimo. Esto es porque se producen las sustancias y hormonas relacionadas a sentirse mejor, feliz y relajada. Es una excelente forma de dejar atrás el estrés del día (si se hace por la tarde). No debe extrañar, entonces, que hacer ejercicio de forma regular ayuda a mejorar la calidad del sueño. Y es una forma ideal de tener más energía y dejar atrás esos estados letárgicos. Además, el ejercicio se puede hacer de muchas formas, por lo que es fácil motivarse si se encuentra una modalidad que produzca disfrute.

El uso constante de la tecnología

Cuando se habla del uso de tecnología, hay que hablar en concreto de la exposición constante a las pantallas. De acuerdo a la Asociación Municipal de Massachusetts, hay riesgos fisiológicos y psicológicos. La visión corre riesgos ante la exposición a la luz azul que emiten los dispositivos con pantallas. Ella puede causar irritación, resequedad y daño a largo plazo en la retina. Y además, suprime la producción de melatonina (hormona responsable del sueño).

De acuerdo a estudios citados por esta asociación de gobiernos locales estadounidense, el uso excesivo de internet produce cambios estructurales en regiones del cerebro relacionadas al procesamiento emocional, atención ejecutiva, toma de decisiones y el control cognitivo. También se ha vinculado el uso de redes sociales y dispositivos con pantallas con la depresión. Las relaciones cara a cara promueven estados más cercanos a la felicidad. Así que, en la medida de lo posible, hay que dejar de un lado el dispositivo móvil (tableta, celular o computadora) y concentrarse en el presente.

Decir “sí” a todo y a todos

A veces las ganas de llevarse bien con todo el mundo lleva a que otras personas impongan su voluntad sobre la de una. De acuerdo a Cleveland Clinic, pocas personas buscan o disfrutan de una confrontación. Así, deciden hacer lo que otros les exigen o piden. Otras personas lo hacen porque piensan que hay una oportunidad que no deben perderse. También están las personas que —por inseguridad, o ganas de estar de buenas con todos y todas— dicen que sí porque quieren agradar (o tienen miedo de no agradar). Por último, están las compulsivas. Piensa en alguien que sea adicta a trabajar (workaholic) y que están acostumbradas a aceptar más carga de trabajo y cosas que hacer.

Decir que no es una habilidad que no tenemos interiorizada, porque siempre se ha buscado colaborar con figuras de autoridad —como padres, profesores y jefes—, un comportamiento que nos recompensaron seguramente. Pero, la Cleveland Clinic cita a un psicólogo —el Dr. Scott Bea, PsyD— que afirma que hay varios consejos para sobreponerse a ello. Lo primero que se puede hacer es ensayar. Otra cosa que ayuda es ser directa, aunque siempre con empatía. Otra alternativa es redirigir a la persona a otros recursos para facilitarle lo que tiene que hacer; es decir, ofrecer una alternativa.

Pero lo importante es que hay veces que, pese a la tentación de reducir una posible tensión, sencillamente hay que decir que no.

La procrastinación: un obstáculo para nuestros sueños

Éste es una de los grandes obstáculos para poder llevar a cabo cualquier proyecto. Tan es así, que éste es uno de los temas centrales de lifehack.org, un blog especializado en productividad. Pues bien, allí también tiene reflexiones sobre las razones por las que se deja para más tarde lo que claramente se puede hacer hoy. Querer controlarlo todo es una de ellas. Después de todo, si uno no actúa, no existe el riesgo de equivocarse o de que algo salga mal. Ver un proyecto como una sola y gran tarea también puede hacer que todo parezca imposible, y que se quiera dejar para más tarde. Por eso, es recomendable que los proyectos se subdividan en pequeñas tareas e hitos, que al cumplirse dan la sensación de victoria y suben el estado de ánimo. El perfeccionismo a veces es enemigo de lo posible, y por ello puede ser la causa de la procrastinación. La sola idea de que algo no salga bien puede ser suficiente para dejarlo para otro momento.

Hay veces que controlar las cosas y el perfeccionismo son buenas cualidades. Pero si ello se convierten en razones para quedarnos paralizadas y de brazos cruzados, es mejor que busquemos en nuestro interior para resolver esto.

Estar mucho tiempo sentado

Las personas que pasan mucho tiempo sentadas están en riesgo de padecer dolencias a corto y largo plazo. Después de todo, los humanos no estamos hechos para vivir la vida tan sedentaria que vivimos. De acuerdo a la Procuraduría Federal del Consumidor de México, los riesgos de permanecer mucho tiempo sentado incluyen:

  • Debilitamiento y pérdida de flexibilidad de la columna vertebral.
  • Degeneración de los músculos.
  • Mala circulación en las piernas.
  • Bajada en el ritmo cardíaco en las funciones relacionadas al cerebro.

La institución del Estado mexicano recomienda levantarse cada 30 minutos, hacer estiramientos de los músculos, y aprovechar las llamadas telefónicas para levantarse y caminar.

Los audífonos intrauriculares o de ‘chícharo’

La ubicuidad de los audífonos intrauriculares es casi como la del celular inteligente. Sin embargo, de acuerdo a la Hearing Health Foundation, éste hábito conlleva riesgos. Los audífonos de ‘chícharo’ hacen entrega del sonido directamente al canal auditivo, en comparación con aquellos que recubren la oreja. El daño que uno le va haciendo al oído, es acumulativo, y sólo cuando es muy tarde es que la persona se da cuenta del daño que tiene. Con el audífono intrauricular hay que tener mucho cuidado. Como recomendación, mejor es tener uno que vaya por encima de la oreja. Pero si se tiene uno, hay que usarlo al 60% de su capacidad, según la mencionada fundación.

No cuidar la alimentación

Un mal hábito que bien haría una en desterrar es el de no ser disciplinada con lo que se come. Cuando se habla en estos términos, no se refiere a que una no se puede dar un gusto. Lo que se quiere decir es que una —en la medida de lo posible— debe impedir que sea la rutina, el estrés o el estar apurada constantemente lo que dicte la dieta.

Es posible que se llegue a casa cansada, pero ello no debe querer decir que hay que cenar por salir del paso. Cenar muy pesado puede dificultar a la capacidad de conciliar el sueño, porque la digestión de esta comida puede requerir más energía. De acuerdo a la Fundación Mapfre, las cenas deben ser livianas para que el sueño sea más reparador. En esta misma línea, la cena debería ocurrir dos horas antes de ir a dormir, para que la digestión no interfiera con el sueño. Esta comida es el momento apropiado para bajar el consumo de carbohidratos y grasas, y aumentar los vegetales y la fibra alimentaria.

Otro hábito que se debe tener muy en cuenta es el consumo de productos de origen animal. Su producción masiva y alta disponibilidad implica también que hay mucho procesamiento detrás. La carne procesada aumenta el riesgo del cáncer colorrectal, y sólo 50 gramos al día aumentan un 18% la probabilidad de padecerla, según matiza la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España. En general, una mayor conciencia en el consumo de productos de origen animal limita la exposición a estos productos excesivamente procesados.

Trabajar desde la cama

Esto solamente debería existir en las redes. Una foto, y listo, ya se puede decir que se trabajó desde la cama. Porque lo cierto es que en primer lugar, siempre se estará en una postura incómoda. Y en segundo lugar, diluye las fronteras entre el ocio y el trabajo, lo cual puede incluso llevar a la pérdida del sueño y problemas de salud mental.

Cleveland Clinic cita a un quiropráctico que dice sobre trabajar desde la cama: “no lo recomiendo y lo evitaría a cualquier costo”. Efectivamente, además de producir esos cortocircuitos en nuestra capacidad de conciliar el sueño, también es una práctica que daña la postura y puede generar dolores.

Cuando una elimina uno de estos hábitos tóxicos, no sólo obtiene los beneficios de productividad o salud que ello implica. Es sentirse victoriosa, y empoderada. Sólo es cuestión de ver cómo encajan en la rutina, y ver qué pequeños cambios se hacen para cambiarla.

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